Hablemos de héroes a pie de calle. Hablemos de héroes de
nuestra realidad. Héroes sin capas ni estúpidos atuendos. Hablemos de héroes
que no tienen más súper poder que una sonrisa. Hablo del ejemplo más cercano
que tengo. Hablo de una amarilla. Preciosa. Pelo largo. Larga historia a su
espalda. Gran sonrisa. Ojos marrones, llenos de vida. Y tantas virtudes que
hacen que olvides si tiene algún defecto. Hablo de alguien que sabe reír
sufriendo, que aprendió a ser mujer antes de tiempo. Alguien que ha dado todo,
y que sigue dando todo por aquellos que le demuestran que se lo merecen. Hablo
de alguien que aún es, a veces, tan inocente como una niña. Que ayuda a todo el
mundo, sin pensar si valoran todo lo que ella hace. Alguien que ha tenido que
ver como se aleja la gente para poder darse cuenta de que no es oro todo lo que
reluce. Ella no se da cuenta de que quienes pierden son los demás. Hablo de una
persona que nunca quiere molestar y que no se da cuenta de que lo que más le
molesta a esta humilde servidora es su ausencia. Alguien que con facilidad siempre
entrega más y se siente bien haciendo sentir bien a los demás. Hablo de alguien
a quien le apasionan las risas, las sonrisas, las carcajadas y que hace
cualquier cosa para arrancárselas a cualquier persona en el momento que más lo
necesite. Ella da los abrazos siempre en los mejores momentos. Ella te ve
llorar y no le importa el porque lo hagas, sólo piensa en como limpiar esas
lágrimas. Hablo de alguien con quien tengo la suerte de compartir absolutamente
todo día a día. Hablo de alguien que me da los abrazos que más me alegran. Las
palabras que más ánimo me dan. Que siempre tiene tiempo de escucharme, y lo más
complicado ganas. Alguien que tiene la paciencia de saber tratarme. Y hablo de
la alegría que me da poder tenerla, de la suerte que sé que tengo con ella,
hablo del placer de ver que la gente nos mire y no tenga más remedio que
sonreír de lo payasas que somos. Hablo de una hermana. Hablo de una
inseparable. De una amarilla. Hablo de la mayor heroína fuera de las películas
de ciencia ficción. Hablo de esa, que lleva siempre la sonrisa en la cara y los
problemas en la espalda, de esa que lo guarda todo por no preocupar a nadie,
hablo de alguien que lucha con uñas y dientes por lo que quiere y que ha tenido
que aprender a luchar sola demasiado pronto. Hablo de alguien, que poca gente
tiene la suerte de conocer bien, porque lo esencial es invisible a los ojos.
martes, 24 de julio de 2012
Cicatrices.
¿Las ves? Esta es de la primera vez que trate de olvidar tus
besos. Esta a la izquierda, es de aquella vez que decidiste no sonreírme en un
tiempo. Y esta, esta de aquí, la más grande de cuando me enteré de que ya
tenías a otra, es la que más duele y escuece cada vez que pienso que podrías
estar aquí conmigo y que sabes que no estarías tan mal entre mis brazos. Esas
son algunas de las muchas cicatrices, pero puedo hablar de ellas orgullosa. Me
gusta poder decir que estoy llena de cicatrices y heridas, suena raro, lo sé.
Hablar de ellas no quita el dolor, pero me recuerdan cada una de las luchas.
Son heridas de guerra, y tenerlas demuestra que he luchado, y que sigo viva. No
tiene heridas quien se mantiene al margen como Suiza, el que se sienta a ver la
escena o el que espera sentado a que todo le llegue. Las cicatrices son de los
guerreros, de los luchadores. Y esto confirma que mi corazón ha luchado en esta
guerra por ti, y que sigue esperando las batallas que vendrán.
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