viernes, 22 de abril de 2011

Ilusa, ilusa, ilusa.

Se mira al espejo y una voz en su cabeza no para de repetirle: ilusa, ilusa, ilusa, ¿qué esperabas? Das pena. Has salido corriendo al balcón esperando que tu perra ladrará porque él estaba abajo, esperabas que se hubiera acordado de ti esta noche de lluvia. Tenías toda tu fe depositada en que llegaría y mientras estaba debajo de la lluvia te llamaría, te pediría que bajaras y te besaría. Esperabas que tras ese beso y un apasionado abrazo te pidiera que lo volvieras a dejar entrar en tu casa y en tu vida (y, ¿por qué no?, en tu corazón). Que subiera las escaleras agarrado de tu cintura, que te preparará un gran bol de palomitas de maíz y se tumbará contigo para terminar de ver juntos la película de amor que habías empezado a ver sola. Y terminar pasando la noche entre abrazos y caricias. Pero lo siento, no todas somos como pepito grillo, yo soy tu conciencia. Y hoy me toca abrirte los ojos.

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